Misión Mar Limpio

¿Cómo tenéis el pelaje, ratoncitos y ratoncitas? ¡Me relamía los bigotes por escribiros a través del ratoblog! Mi querido hermanito está liadísimo con un artículo sobre la vida submarina del océano Rático Meridional y yo le estoy echando una pata... o dos. ¿Cómo? ¿Que no sabéis quién soy? ¡Claro! Es que me he emocionado y he empezado a escribir sin  presentarme como es debido. ¡Soy Tea Stilton, la hermana de Geronimo, una de las corresponsales más inquietas de El Eco del Roedor! Como os iba contando, con el calor veraniego, son muchos los ratoncitos que deciden pasar sus vacaciones en la playa para darse un buen chapuzón y remojarse el pelaje.

Hace un tiempo estuve de enviada especial del periódico en el atolón de las Islas Felices, al oeste de la Isla de los Ratones. ¡Fue una experiencia superratónica pues allí descubrí un montón de especies que nunca antes había tenido ante mis morros! Por eso convencí a mi hermano para escribir un morrocotudo artículo que explicara a los lectores de El Eco del Roedor qué fauna y flora vive en esa parte de nuestra isla, y cómo podemos protegerla. Por ejemplo: no tirando nunca residuos al mar, recogiendo todas nuestras pertenencias cuando vamos a la playa a pasar el día o reciclando en casa los botes de cristal y los recipientes de plástico. ¡Todos somos responsables de cuidar el medioambiente!

Esto me hace recordar precisamente una de las últimas aventuras de amigas Colette, Pam, Nicky, Paulina y Violet. ¡Efectivamente, amiguitos, me refiero a las chicas del Club de Tea! Resulta que en el mar de la Isla de las Ballenas hubo una plaga de algas que amenazó con infestar la playa donde las tortugas marinas depositan los huevos desde hace tiempo. ¡Por mil quesos de bola! ¿Sabíais que estas tortugas (a quienes llaman tortugas bobas, ¡pero son listísimas!) regresan a la misma playa donde ellas nacieron años y años atrás? ¡Qué memoria tan superratónica!

Como os iba contando, mis amigas, que forman parte de la asociación ecologista Los Ratones Azules, cuando supieron de la terrible amenaza que acechaba la costa de la Isla de las Ballenas se pusieron patas a la obra para salvar a las pequeñas tortugas y que éstas pudieran llegar hasta el mar. ¡Ayudar a nacer a las crías fue para ellas una experiencia única que no quisieron perderse! ¿Os pica la curiosidad en los bigotes? Podéis descubrir cómo contribuyeron ellas a la preservación del medioambiente poniendo vuestro hocico entre las páginas de mi libro Misión Mar Limpio.

¿Y vosotros, amiguitos, con qué gestos contribuís a que nuestro planeta esté más limpio? ¡Vuestras ideas me irían de mil bigotes para completar el artículo para el periódico!

¡Espero vuestros comentarios y consejos en el ratoblog!

Tea