¡Éste sí que es un frío felino!

Queridos roedores,

¡Por mil quesos de bola! ¡Os doy mi palabra de roedor que si me vieseis por un agujerito, no podrías creer la estampa! En la chimenea, queman los troncos de madera que acabo de colocar y se podría decir que el comedor se está caldeando poco a poco… ¡pero fuera en la calle hace tantísimo frío que incluso no me sorprendería si apareciesen pingüinos! Tengo carámbanos de hielo en los morros y me he puesto unos guantes de esos que dejan los dedos al descubierto para poder escribiros. Además, me he tapado las patas con una preciosa, calentita y mullida manta de lana que me tejió expresamente tía Lupa, y estoy a punto de tomarme una humeante infusión de jengibre, canela y piel de naranja.

¡Yip yiiiiip! Como sabéis soy un tipo, o mejor dicho, un ratón que siente mucho el frío. ¡Y, tras la gran nevada que ha caído en Ratonia en las últimas horas, las temperaturas se han desplomado! Si por mi fuera, no saldría de mi refugio hasta que no se hubiera fundido hasta el último copo de nieve, pero tengo una debilidad (aparte de los helados cremosos y los quesos blanditos): mi sobrino Benjamín.

Esta mañana Benjamín estaba eufórico al ver la enorme cantidad de nieve que se acumulaba en las calles de la ciudad. ¡La verdad es que no recuerdo haber vivido una nevada tan impresionante desde aquella vez que fuimos de expedición al Polo Norte y estuve horas a la deriva encima de un iceberg!

Como os iba contando, Benjamín me insistió, me rogó, me suplicó que le acompañara fuera a jugar. ¡Quería esquiar por la ciudad y levantar un muñeco de nieve! Me entró un canguelo felino y pensé en poner una excusa para no salir pero, aunque hubiese preferido estar en bañador en una playa tropical tomándome un zumo de frutas, algo dentro de mí me decía: “¡Geronimo, sal a jugar a la nieve como cuando eras un ratón al que no le habían crecido aún los bigotes!”

Así que no sé cómo, me embutí en mi traje de alpinismo, me calcé las botas y me enrollé la bufanda hasta el hocico para ir al encuentro de Benjamín. ¡Por mil mozarellas! ¡Lo pasamos de bigotes! ¡Nos tiramos por las colinas del parque central de Ratonia con un trineo, levantamos un muñeco de nieve más alto que yo, nos lanzamos bolas de nieve, nos tumbamos sobre una capa de nieve taaaan blanca que parecía queso mascarpone, nos tomarnos divertidas fotografías, anduvimos con raquetas… ¡Me siento exhausto (y congelado) pero feliz!

Este curioso capítulo invernal me ha hecho pensar en sacar una edición especial de El Eco del Roedor. ¿Qué os parece si me mandáis vuestros superratónicos artículos de invierno, amiguitos? Podríais compartir con los ratones de la comunidad algunas anécdotas divertidas que os hayan sucedido en la nieve, morrocotudos consejos para mantenerse calentito, curiosidades sobre esta gélida estación del año o simplemente historias de fantasía ambientadas en el invierno.

¡Por mil quesos de bola! ¿Os animáis a participar? ¡Las historias más superratónicas serán publicadas en la próxima edición especial de El Eco del Roedor! Podéis mandar tantos artículos como queráis haciendo click aquí. Pero atención: ¡tenéis de tiempo hasta el 25 de enero para mandar los artículos inspirados en el invierno!

Un ratonil abrazo de vuestro amigo

Geronimo Stilton